Descripción
Es la gran obra de la literatura hispánica.
¿Qué hace que un libro pueda ser elegido como el mejor escrito en su idioma?
Pues bien, una simple lectura de la vasta obra es suficiente para responder esta cuestión. Al margen de gustos, la riqueza del vocabulario ostentado en sus páginas, el uso del propio lenguaje y la confrontación de mundos e ideas que Cervantes desarrolla con su escritura, es más que suficiente, a ojos de cualquier lector, para convencerse.
Tapa dura, 1126 páginas. Edición de Florencio Sevilla Arroyo.
Sinopsis:
“El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” narra las aventuras de Alonso Quijano. Un hidalgo pobre que de tanto leer novelas de caballería acaba enloqueciendo y creyendo ser un caballero andante. Nombrándose a sí mismo como don Quijote de la Mancha.
Sus intenciones son ayudar a los pobres y desfavorecidos, y lograr el amor de la supuesta Dulcinea del Toboso, que es en realidad es una campesina llamada Aldonza Lorenzo.
Decide nombrar a Sancho Panza, un empleado suyo, su escudero. Juntos viven muchas aventuras. Tras ser vencido por el Caballero de la Blanca Luna, se retira a su hogar, donde tras adquirir de nuevo la cordura, fallece.
Don Quijote de la Mancha se ha erigido en un clásico de la literatura universal y, al mismo tiempo, en el antecedente directo de la gran novela contemporánea. Con la primera parte, el autor parodió los libros de caballerías, gastados y anacrónicos, con la creación de un personaje genial, don Quijote, y su escudero, Sancho Panza.
La segunda parte, en cambio, dota a la novela de una de sus principales características modernas: la importancia de la psicología del personaje para mover los hilos de la acción.
Tengo mi “pasaje favorito” de esta narración.
En la segunda parte, allá por el capítulo XVII, La aventura de los leones, encierra una de las frases que más veces ha resonado en mi memoria.
—“Pues si acaso Su Majestad preguntare quién la hizo, diréisle que el Caballero de los Leones, que de aquí adelante quiero que en este se trueque, cambie, vuelva y mude el que hasta aquí he tenido del Caballero de la Triste Figura”—
Brevemente, por situarla un poco, Quijote se encuentra con un carro que cargaba unas jaulas con dos enormes leones traídos desde África. Guiado por la locura o el valor, quién sabe, consigue abrir las puestas que encerraban a las fieras. Por suerte, azar o designios divinos, estos quedan mansos y quietos frente al guerrero.
Quiero creer que estas líneas dibujan la fina frontera que separa la locura de la genialidad, la valentía de lo temerario. De cómo las grandes aventuras épicas no han sido llevadas por aquellos llamados cuerdos, sino por atrevidos, soñadores y denostados locos.









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